Es evidente que vivimos en la era digital y que las redes sociales se han convertido en una parte fundamental de nuestra vida. Por una parte, nos permiten estar conectados con amigos y familiares, acceder a información sin esfuerzo y compartir momentos. Pero, por otro lado, también pueden afectar nuestro bienestar emocional, sobre todo si caemos en la trampa de la comparación.
Los psicólogos vemos diariamente cómo muchas personas llegan a terapia con la sensación de tener una vida que no les satisface, sin tener muy claro por qué, siendo esto el resultado, en gran parte, de la comparación de su realidad con la versión idealizada de la vida que los demás comparten en redes sociales.

Por suerte, la psicología nos ofrece diferentes estrategias para manejar estas situaciones de forma que no afecten nuestro bienestar emocional y autoestima.
El riesgo de la comparación en redes sociales
En las redes sociales, las personas comparten los momentos felices, los logros, los viajes y las imágenes cuidadosamente editadas, dejando de lado las dificultades y los días malos. Es decir, desde tu teléfono estás comparando el escaparate de la vida de esas personas (estratégicamente colocado para que resulte llamativo, apetecible y envidiable) con la trastienda de tu vida (a menudo desatendida y desordenada), lo que no constituye una comparación real ni justa.
Es sabido que las personas tienden a compararse con los demás de manera natural. Sin embargo, cuando esta comparación se vuelve constante y basada en las imágenes irreales de las que te hablo, puede surgir la frustración, la ansiedad y los sentimientos de inferioridad.
Desde la terapia psicológica, intentamos ayudarte a comprender que lo que vemos en redes no es una representación exacta y, por tanto, real de la vida de los demás. Por esto, no debemos medir nuestro éxito con esos estándares.
Señales de que la comparación está afectando a tu bienestar emocional
Si sospechas que las redes sociales te hacen un flaco favor, puede que estén presentes las siguientes señales:
- Sientes que no eres lo suficientemente bueno en tu trabajo, estudios, relaciones de amistad o pareja; es decir, te sientes menos valioso que los demás.
- Ansiedad y estrés: intentar cumplir con ideales que son inalcanzables puede generar malestar emocional relacionado con la ansiedad.
- Desmotivación: ver los logros de los demás como inalcanzables puede llevarte a perder la motivación para conseguir tus propios objetivos.
- Dependencia de las redes: si sientes la necesidad de subir una foto a redes por cada plan, actividad o logro, puede que estés buscando constantemente validación, lo que indica que tu autoestima depende de la aprobación externa y no de tu autovaloración.
También puede ser señal de que estás generando dependencia hacia las redes sociales si lo primero que haces al sonar la alarma es coger el móvil para revisar lo que ha pasado mientras dormías. Esto tiene que ver con el fenómeno conocido como FOMO (Fear Of Missing Out o “miedo a perderse algo”, en español).
Si identificas alguna de estas señales, puede ser un buen momento para reflexionar sobre tu relación con las redes y la influencia que están teniendo en tu vida, y buscar estrategias para mejorar tu bienestar emocional.
¿Cómo puedo evitar la comparación tóxica en redes sociales?
La psicología nos ofrece diversas estrategias para proteger nuestra salud mental y evitar caer en la comparación tóxica. Aquí te comparto algunas recomendaciones:
- Selecciona tu contenido: si notas que ciertas cuentas o perfiles te generan malestar, deja de seguirlos o siléncialos. Sustituye los perfiles que sigues por contenido realista y positivo que te ayude a sentirte bien contigo mismo, que te inspire y motive.
- Refuerza tu autoestima: el trabajo personal en terapia puede ayudarte a fortalecer tu autoestima y a conseguir una visión más ajustada a la realidad y positiva de ti mismo. Mejorar la relación contigo mismo es uno de los factores que te hará menos vulnerable a la comparación tóxica en redes. Un ejercicio muy sencillo para mejorar tu autoestima es apuntar, antes de irte a dormir, tres cosas cada día que te hagan sentir orgulloso de ti mismo. Pueden ser fortalezas, habilidades, logros personales… Te darás cuenta de que las primeras veces cuesta bastante encontrar esos aspectos, pero a medida que entrenes a tu cerebro para prestar más atención a lo positivo y no tanto a lo negativo, te resultará pan comido.
- Céntrate en tu progreso personal: una alternativa a la comparación con los demás puede ser la comparación contigo mismo. Puedes hacerte preguntas como: ¿Qué he aprendido en el último año? ¿Cómo me han hecho más fuerte los retos a los que me he enfrentado? ¿Estoy más cerca de conseguir mis objetivos? Además, a medida que realices el ejercicio que te proponemos en el punto anterior, verás cómo tu autoconcepto va cambiando hacia uno mucho más amable contigo mismo, capaz de reconocer todo lo que has conseguido gracias a tu esfuerzo.
- Limita el uso de las redes sociales: pasar demasiado tiempo conectado a las redes aumenta la probabilidad de comparación y ansiedad. Intenta limitar tu tiempo en redes (existen funciones para poner límites dentro del apartado de “Administración del tiempo” de muchas apps) y dedica más tiempo a actividades que te hagan sentir bien fuera de la pantalla: cocinar, practicar algún deporte, pasear por la naturaleza, pintar, tocar un instrumento…
- Practica la gratitud: solemos enfocarnos en lo que los demás tienen y, por tanto, en lo que nosotros no. En lugar de esto, te propongo que agradezcas lo que tienes, que estoy seguro de que es mucho y muy valioso. La gratitud es una herramienta muy poderosa en psicología porque ayuda a mejorar el bienestar emocional y a reducir la insatisfacción.
- Recuerda que las redes sociales no son un reflejo de la realidad: todo el mundo tiene problemas, inseguridades, preocupaciones y días difíciles, solo que no se muestran en redes sociales.
Conclusión
Son muchos los beneficios que las redes nos ofrecen, pero debemos usarlas con conciencia si no queremos ver perjudicada nuestra salud mental.
El objetivo no es desconectarse por completo ni demonizar las redes, sino aprender a utilizarlas de forma que nos aporten más bienestar que malestar. Recuerda que tu valor no está en la cantidad de “likes” que recibes ni en la perfección del encuadre de una foto, sino en quién eres y en cómo decides vivir más allá de la pantalla.