Trastorno de estrés postraumático

En nuestra vida cotidiana, cualquiera de nosotros puede tener una experiencia traumática, abrumadora y extrema que escape a nuestro control. Aunque la mayoría de las personas consiguen superar este tipo de experiencia sin ayuda específica, en otras personas estas experiencias traumáticas desencadenan síntomas disfuncionales y limitantes de su vida que pueden durar meses e incluso años. Esto se conoce como Trastorno de Estrés Postraumático. Pero… ¿qué es exactamente?

¿Qué es?

El Trastorno de Estrés Postraumático (o TEPT por sus siglas) es un trastorno psicológico situado dentro de los Trastornos relacionados con traumas y factores de estrés del Manual Diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5). Según este manual el TEPT se define como la “exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza en diferentes formas: experiencia directa del suceso traumática, presencia directa del suceso ocurrido a otros, conocimiento de que el suceso traumático ha ocurrido a un familiar próximo o amigo íntimo, exposición repetida o extrema  a detalles repulsivos del suceso traumático”. Entre estos episodios encontramos: ser víctima de una guerra, catástrofes naturales, muerte violenta de un familiar, secuestros, robos, violaciones, accidentes de coche, encarcelamiento, terrorismo, entre otros.

El TEPT engloba una serie de síntomas que aparecen en personas que han vivido un episodio traumático o catastrófico en su vida, que no pueden gestionar y que alteran la vida de la persona en todas o la mayoría de las áreas, de tal manera que le impiden llevar una vida normal.

El trastorno de estrés postraumático es un trastorno psicológico que aparece en personas que han vivido un episodio traumático en su vida.

 ¿Por qué algunas personas experimentarán el TEPT y otras no? 

Aunque todos somos susceptibles de poder sufrir un trastorno de estrés postraumáticoen algún momento de nuestras vidas, existen factores protectores tanto antes como después del acontecimiento traumático que pueden protegernos o predisponernos a un trauma no superado. La gravedad del trastorno no depende tanto de la naturaleza del trauma que lo desencadena, si no de los recursos que tenga la persona.

Entre los factores que nos predisponen a superar o no un trauma se encuentran los recursos que tenga la persona para afrontar traumas, la genética, la situación vital concreta, el tipo de trauma, si ha sufrido o no traumas pasados, el apoyo familiar y social que tenga, la capacidad de autorregulación emocional y la personalidad de la víctima (entre otras características, la capacidad de resiliencia).

Entre los factores de resiliencia que pueden reducir la probabilidad de presentar el trastorno son:

• Búsqueda de acompañamiento familiar, social y profesional.
• Utilizar estrategias de afrontamiento para superar y aprender de un evento traumático.
• Eliminar o reducir la culpa que pueda surgir de ese evento.
• Estar preparado y ser capaz de responder a acontecimientos perturbadores cuando estos ocurran, a pesar del miedo.

Puede aparecer a cualquier edad, aunque suele ser más frecuente entre las personas jóvenes, quizá porque tienen más posibilidades de exponerse a traumas desencadenantes. También es más común en aquellos individuos que se encuentran socialmente aislados.

¿Cómo sé si lo estoy sufriendo?

En algunas personas la aparición de estos síntomas se produce hasta pasado un tiempo del acontecimiento traumático, en otras personas es más instantáneo. Entre los signos más característicos encontramos:

• Flashbacks (rememorar el trauma), pesadillas o recuerdos angustiosos, recurrentes, instantáneos e involuntarios en cualquier momento del día.
• Alucinaciones con la idea de que se repita el hecho traumático.
• Ansiedad extrema al entrar en contacto con personas o lugares que recuerden el suceso.
• Evitación persistente de estímulos relacionados con el trauma.
• Incapacidad para recordar detalles importantes del evento.
• Palpitaciones, dificultad para respirar, taquicardias o sudoración cuando se recuerda el evento.
• Pérdida de interés por las aficiones y el tiempo libre.
• Sentirse distante o paralizado ante experiencias emocionales normales.
• Alteraciones cognitivas y del estado del ánimo: creencias negativas y persistentes sobre uno mismo, los demás y el mundo, estado emocional negativo persistente (miedo, terror, enfado, culpa…)
• Alteración del sueño, dificultad para concentrarse y alarmarse rápidamente.

En los niños también puede aparecer este trastorno en las mismas circunstancias que comentábamos, pero su sintomatología es algo distinta en algunos aspectos:

• Realizan juegos repetitivos y representaciones en los que expresan temas o aspectos del trauma.
• Presentan sueños aterradores sin contenido reconocible.
• Recuerdos angustiosos recurrentes e intrusivos expresados a través de recreaciones en el juego.
• Pérdida completa de conciencia de su entorno.
• Malestar psicológico intenso al exponerse a factores o estímulos que se parecen al trauma.
• Disminución importante del interés por participar en actividades significativas como es el juego.
• Comportamiento socialmente retraído.
• Reducción persistente de la expresión de emociones positivas.

¿Se puede prevenir?

Diversos estudios científicos han mostrado evidencia de que personas que han pasado por un suceso traumático y que reciben asistencia psicológica y psiquiátrica inmediatamente después de sufrir el episodio desencadenantes son menos propensas a padecer el trastorno.  Por esta razón se recomienda que tras un trauma se recurra a un profesional especializado.

¿Qué puedo hacer si me siento identificado/a con estos síntomas?

En primer lugar, buscar ayuda de profesionales especializados, tanto psicólogos como psiquiatras, que podrán evaluarte, orientarte y ofrecerte el tratamiento específico que necesitas.

En este tipo de trastorno, y según los síntomas, se pueden combinar los fármacos con la psicoterapia, pero dependerá de tu caso particular. Los fármacos van dirigidos a tratar los síntomas más graves e incapacitantes, pero sin olvidar la importancia de la psicoterapia para poder asimilar el trauma y reducir o eliminar en su totalidad los síntomas de los que hablábamos antes. Entre otras tareas, los psicólogos podemos darte herramientas de relajación y de respiración, así como diferentes técnicas cognitivas para racionalizar los eventos asociados al trauma, los pensamientos y las creencias limitantes y ayudarte a superarlo y a perder el miedo de lo que lo produjo.

Si consideras que alguna persona de tu entorno o tú misma/o puedes estar sufriendo un trauma y que después de ese acontecimiento no has podido hacer tu vida normal como antes, no estás solo y podemos ayudarte. Si necesitas la ayuda de un profesional puedes contactar con nosotros.

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