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Sentir ansiedad de forma ocasional es una parte importante de nuestra vida porque nos permiten sobrevivir y adaptarnos a distintas situaciones. Es una reacción normal que se activa ante una amenaza o un peligro.
Todas las personas experimentaremos en varias ocasiones en nuestra vida ansiedad.
La ansiedad produce una reacción psicofisiológica donde se activa el sistema nervioso central y aparece ante situaciones que demandan un esfuerzo intenso y mantenido para hacer frente a una amenaza o peligro de nuestra supervivencia. Por ejemplo, ante una entrevista de trabajo o la presentación de un trabajo es útil estar en alerta por que nos permite pensar más rápido y estar conectados con la tarea que tenemos que hacer.
Sin embargo, si en esta situación los niveles de alerta y de malestar fueran tan altos que no me permiten ni siquiera enfrentarme a la entrevista de trabajo, hablamos de que la ansiedad está afectando nuestra calidad de vida. Cuando estos síntomas se vuelven más significativos en frecuencia, duración e intensidad, las preocupaciones son excesivas a los acontecimientos, el miedo nos paraliza, hablamos de ansiedad desadaptativa que interfiere en nuestra calidad de vida y en nuestro bienestar.
Estas sensaciones, pensamientos y emociones interfieren con la vida diaria y son difíciles de controlar.
Cuando estos niveles de ansiedad se vuelven intensos y llegan a su pico máximo, hablamos de estar teniendo un ataque de pánico. El 10% de la población adulta en España ha tenido un ataque de pánico al menos en su vida.
“Estas crisis son una reacción emocional extrema de alarma que llega a provocar miedo” para Antonio Cano Vindel.
El ataque de pánico es un episodio repentino de miedo intenso que provoca reacciones físicas graves en nuestro cuerpo sin que exista un peligro real o una causa aparente ante la reacción de los síntomas. Los ataques de pánico provocan mucho miedo y una sensación de “volverme loco” o de perder el control y de incluso pensar que va a morir.
Mientras que la ansiedad responde a factores estresantes o amenazas percibidas por la persona, el ataque de pánico puede ocurrir sin un desencadenante claro (causa conocida vs causa desconocida).
Cuando tenemos un ataque de pánico los síntomas son muy intensos, mientras que en la ansiedad es variable la intensidad.
El ataque de pánico desaparece en unos minutos, mientras que los síntomas de ansiedad se prolongan en el tiempo.
Algunos factores que influyen en que algunas personas tengan o más probabilidad de sufrir un ataque de pánico son la genética (si existen antecedentes familiares de trastornos de ansiedad, hipersensibilidad al entorno, enfermedades mentales), altos niveles de estrés prolongado, rasgos de personalidad hipersensibles y cambios en las estructuras cerebrales. Los ataques de pánico pueden aparecer de forma repentina sin avisar, pero con el paso de tiempo y tras la asociación con el miedo se acaban desencadenando en diferentes lugares.
Entre las causas del mantenimiento y generalización del ataque de pánico es el miedo al desconocimiento de los propios síntomas. Este miedo, genera un aumento del ritmo del corazón, que nos provoca más sensación de irrealidad, miedo a morir, pensamientos acerca de que esta sensación no se irá nunca, distorsiones perceptivas y asociamos situaciones, personas o acciones con el sufrimiento del ataque de pánico. Esta asociación no natural aumenta la probabilidad de evitar situaciones y empezamos a evitar cada vez estos lugares, lo que genera un empeoramiento en la calidad de vida de la persona y aislamiento de sus seres queridos y de su vida normal.
La clave está en que conozcas qué ocurre para no magnificar el dolor y saber que no es peligrosa.
Entre los principales síntomas que se presentan ante un ataque de pánico son:
Uno de los aspectos más incapacitantes de los ataques de pánico es el miedo intenso a que se repitan. Ese miedo es tan fuerte que puede hacerte evitar determinadas situaciones en las que asociamos que pudiera volver a ocurrir (haberlo vivido previamente, situaciones que per sé nos genera malestar).
Si has sufrido un ataque de pánico, recuerda que tanto el 112 como los servicios de urgencias médicas de tu zona están para ayudarte. Recuerda que el ataque de pánico no es peligroso, pero sí muy desagradable y doloroso. Recuerda que no tienes que vivir angustiado/a y que puedes contar con ayuda profesional cuando lo necesites.
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