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La adolescencia es esa etapa de la vida que está caracterizada por cambios, tanto biológicos como personales y sociales.
Es una etapa donde existe constantemente una presión social a la cual se le debe hacer frente y en muchos casos no con las suficientes o adecuadas estrategias y herramientas. Existen muchas demandas en los diferentes entornos en los que se desenvuelve la persona (colegio, instituto, hogar, comunidad, etc.), lo que implica adaptarse continuamente mientras se dan otros cambios en distintas áreas de la vida.
Sumado a esto, encontramos que en la adolescencia se exige y se espera mucho más de lo que incluso la propia persona sabe que puede dar. Los límites personales no están totalmente instaurados y son, de hecho, muy vulnerables a ser modificados.
Es una etapa que implica un proceso de adaptación (que ya hemos ido haciendo a lo largo de nuestra vida) a una sociedad y a unas normas, dejando a un lado el ‘yoísmo’ que caracteriza a la edad infantil; esto por supuesto no es nada fácil.
La adolescencia es ese espacio de tiempo donde nos empezamos a descubrir a nosotros mismos y a los otros, separándonos como seres individuales. Sin embargo, esto puede ser más sencillo para algunas personas que para otras (el camino de encontrar nuestra individualidad).
Los seres humanos somos seres sociales, esto significa que necesitamos pertenecer y sentir que pertenecemos a un grupo, es decir, que nos sentimos parte de un conjunto de personas que tienen elementos en común, que se nos aprecia, se nos apoya y sobre todo, que nos permita sentir que no estamos solos.
Hay quienes esta etapa la viven de una manera más saludables y hay quienes no. Sin embargo, esto no exime el haber hecho algo realmente por presión social, para agradar a alguien o, incluso, por miedo a perder a alguien.
¿Recuerdas haber hecho algo que no querías solo porque tus amigos te lo decían o por evitar un conflicto con ellos o con alguna otra persona especial?
Más allá del reconocimiento, la pertenencia y la aprobación, algo que también caracteriza la adolescencia es la búsqueda de experiencias nuevas, sensaciones, etc
. Existe una concepción que vincula el ser arriesgado con el ser guay, ser el que mola, divertido, atractivo y demás adjetivos que fortalecen la autoestima y, justo en parte de esta búsqueda de elementos nuevos y de aprobación, encontramos el consumo de sustancias, fugas de casa o actividades de riesgo, entre otras conductas que traen serias consecuencias y que no son entendidas de esta manera por los adolescentes.
El consumo de sustancias es una conducta de riesgo en la adolescencia y se observa que el inicio es cada vez es más prematuro, lo cual, es una clara alarma de que algo sucede.
Entre los jóvenes españoles, el consumo de sustancia más habitual se ubica en tres elementos principales: el alcohol, el tabaco y el cannabis (THC). La edad de inicio se ubica entre los 13 y 15 años y el consumo varía entre los chicos y chicas, siendo el consumo de alcohol y tabaco llevado a cabo en mayor medida por chicas, mientras que los chicos tienden a consumir más drogas ilícitas y de mayores probabilidades de desarrollar un consumo problemático.
El riesgo con el que se percibe también varía mucho en estas edades y género. En el caso de las drogas legales, la percepción de riesgo es mucho menor e incluso se puede considerar como sustancia habitual separándolas del conjunto de drogas. Muchas veces la presión social viene dada hacia el consumo de éstas. Sin embargo, las drogas llamadas ilícitas tienden a ser vistas con mayor distancia, nuevamente, esto varía en cada caso.
La probabilidad de desarrollar un consumo problemático o abusivo es mayor mientras más jóvenes inicie este consumo. Es decir, si empezamos a beber alcohol a los 14 años, es probable que a los 20 no solo haya bebido, sino que lo pueda tener como un hábito e incluso, haber incorporado otras drogas.
En primer lugar, se encuentra la Presión social: como ya hemos dicho, el vernos motivados externamente por nuestro grupo, para sentirnos miembros de ‘algo’, es un factor de mucho peso a la hora de tomar decisiones incluyendo la de “probar”.
En segundo lugar, ubicamos los Desequilibrios emocionales, los cuales, aunque en la edad adulta se ha evidenciado de que afecta mucho más a las mujeres que a los hombres, en la adolescencia, la diferencia no es tan marcada.
Los Desequilibrios emocionales son un factor muy importante que debemos considerar y tenerlo muy presente. Ninguna persona está exenta de tener problemas, de vivir situaciones desagradables, de experimentar decepciones, conflictos, rupturas, malestar emocional en general; esto en la adolescencia es algo muy habitual. Los adolescentes aprenden a través de estas situaciones a desarrollar una gestión emocional adecuada, pero esto no solo depende de ellos.
El desarrollo de una gestión emocional adecuada depende a su vez del desarrollo de otras habilidades como lo son las sociales, de afrontamiento, resolución de problemas, gestión de conflicto, límites, asertividad, y resiliencia, entre otras. Añadido a esto, debemos considerar los recursos sociales con los que el adolescente cuenta, entre ellos, una red de apoyo adecuada, una zona segura a la cual acudir y, sobre todo, figuras adultas que le permitan cualquier otro tipo de recursos que requieran y lo más importante, que les sirvan como modelos y guías.
Un factor de riesgo en la adolescencia para iniciar el consumo de alcohol, es la carencia de estos aspectos mencionados en el párrafo anterior, ya que los hace ser más vulnerables y los límites personales son muchos más difusos y difíciles de establecer.
Los desórdenes emocionales o tener una constante inestabilidad emocional, puede conllevar a un consumo prolongado de sustancias tóxicas, ya que éstas permiten evadirse de la realidad sirviendo de reforzador, del mismo modo que activan el circuito del placer en nuestro cerebro, logrando incrementar la segregación de dopamina y que ésta se asocie con dicho consumo, lo cual hace que se repita y se pueda generar una adicción, entrando en un círculo vicioso: mientras más consumo, me encuentro mejor o aliviado y más quiero hacerlo.
Es importante que observemos con más detalle tanto la conducta que tenemos, como la que tienen los adolescentes de nuestro alrededor. Ofrecerle un espacio seguro para comunicarse y los recursos necesarios para poder hacerle frente a las adversidades y, si así lo requiere, buscar ayuda profesional en el momento adecuado; por tanto, si necesitas ayuda no dejes de contactar con nosotros.
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· Foto de medicación (pastillas) creado por suksao