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La Violencia Vicaria es un tipo de maltrato físico que parece nuevo, debido a docuseries de actualidad, como la de Rocío Carrasco en Telecinco, pero ha existido desde siempre.
Quizás por su nombre no lo identifiques con tanta facilidad, pero seguramente cuando te empiece a explicar, lo reconocerás.
La Violencia Vicaria es el término que se utiliza desde el 2012 para referirnos a aquella violencia donde el maltrato físico y psicológico se infringe a los hijos con la finalidad de ocasionarle un daño indirecto a la madre. Como podrás observar, aunque su estudio es relativamente reciente, su ejecución no lo es.
Para una madre, sus hijos son lo más importante, por tanto, el agresor que suele ser pareja o ex pareja, conoce bien su punto débil y no duda ni un instante en arremeter contra ellos.
La Violencia Vicaria es, por tanto, la forma más extrema de la violencia de género, ya que no solo combina el maltrato físico con el psicológico de niños inocentes, sino que también puede ocasionarles la muerte, con el fin de generarle a la madre un intenso sufrimiento e incluso el suicidio al no soportarlo.
Es necesario acotar que, aunque mayormente se utilizan a los hijos de la persona como medio para dañarla, también se ejecuta contra mascotas y otros seres queridos para generarle dicho sufrimiento. Se trata entonces de una violencia de género que se ejerce hacia esa persona a través de otra.
Hasta diciembre de 2021 se contabilizaron 43 muertes de mujeres por violencia de género en España. Alrededor del 57% de mujeres mayores de 16 años, han sufrido algún tipo de violencia machista y hay un progresivo aumento en denuncias en estos casos.
Aunque se observa un cambio con respecto a datos obtenidos años anteriores, en cuanto a una disminución de víctimas mortales y un aumento en las llamadas de auxilio al 016, no podemos decir lo mismo en el caso de la violencia vicaria; desgraciadamente la incidencia que se registra es cada vez mayor, dejando 7 muertes de menores en el año 2021 y 39 en total desde su contabilización en 2013.
La utilización de los niños de manera instrumental y como un medio para generarle sufrimiento a la madre, es una estrategia realmente desmedida y que puede iniciar de manera muy sutil y con otros propósitos. Entendemos entonces que realmente no se busca hacer daño a los niños, sino la consecuencia que esto produce a la madre.
Se ha observado que la violencia vicaria tiene muchas maneras de manifestarse, desde un comportamiento abrupto y repentino, que suelen ser los más mencionados y denunciados, hasta otros que son mucho más habituales y difíciles de detectar.
Aunque se ha visto que la violencia vicaria se ha denunciado cuando la seguridad y vida del menor corre peligro, hay señales que deben ser fuentes de alerta para tomar medidas al respecto, éstas pueden surgir previamente manifestándose como castigos desproporcionados, verbalizaciones inadecuadas e insultos, amenazas, etc.
Es necesario que se hable sobre este tema, se informe y se ‘psicoeduque’, además de facilitar los mecanismos necesarios para denunciar este tipo de violencias antes de que sea demasiado tarde.
Entre el daño que se le puede buscar a hacer a las madres a través de sus hijos, encontramos la manipulación que busca ejercer el agresor sobre su víctima para conseguir sus objetivos. Ejemplos de verbalizaciones al respecto pueden ser los siguientes: “si no haces esto que te pido, le daré una paliza a tu hija”; “si no me das lo que te digo, lo mataré” y demás amenazas al respecto. Esto también sucede sin amenazar, es decir, ya infringiendo el daño, lo que es inaguantable para la madre y termina accediendo a las solicitudes del agresor para que su hijo/a no se vea afectado, o sencillamente por miedo a que realmente suceda o incluso vaya a peor.
Hemos visto diversas maneras de dañar a la mujer partiendo del maltrato y abuso de sus hijos, sin embargo, podemos encontrar otras maneras a través de las cuales se efectúa también la violencia vicaria, como por ejemplo:
Psicológicamente esto representa para la mujer una tortura muy intensa, crónica e inaguantable que tiene consecuencias severas para quien lo sufre, añadido al sufrimiento que genera a las víctimas directas.
Una de las secuelas más evidentes que se obtienen tras sufrir violencia vicaria es la distorsión cognitiva, el surgimiento de creencias irracionales, anulación de la persona y su autoestima, alteración cognitiva generando lagunas emocionales, alteraciones en imagen y pensamiento, incapacidad de hacer las cosas y por supuesto de disfrutar y sentir placer. Adicionalmente puede contribuir al desarrollo de trastornos graves como el estrés postraumático, depresión mayor e incluso trastornos psicóticos.
Reiterando lo anterior, es necesario abordar y visibilizar esta problemática que aumenta con gran velocidad y a nivel mundial.
Si conoces a alguien que pase por esta situación o por alguna similar ofrece ayuda y apoyo. Acompáñala a que denuncie cualquier situación irregular para que así se tomen las medidas necesarias al respecto.
Igualmente, si necesitas ayuda psicológica puedes contar con nosotros.
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