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El deseo sexual tiene que ver con las ganas que podemos tener de experimentar o recrear mentalmente algún tipo de encuentro sexual y/o erótico.
Es una de las fases de la Respuesta Sexual Humana, lo que quiere decir que está interrelacionado con la disposición, la excitación, el orgasmo y la vivencia de satisfacción que se dan en toda práctica sexual. Así, unas fases pueden influir en cierto modo en las otras, pudiendo verse perjudicadas o beneficiadas por las demás.
El deseo se retroalimenta de sensaciones agradables, ligadas al placer y al disfrute. Necesita de determinados estímulos para encenderse, funcionando estos como su motor. Cuando es accionado por estímulos adecuados, es un gran aliado del gozo y del placer. Y esto se retroalimenta, funcionando así como un motor para la vivencia positiva de la sexualidad.
Estos estímulos son los que conocemos como fantasías sexuales, que pueden ser de muchos tipos y tan diversas como las personas que somos en el planeta: puede alimentarse de imágenes, olores, texturas, recuerdos, sonidos… en definitiva, es todo aquello que relacionamos con sensaciones de placer.
El deseo varía de una persona a otra y por tanto su vivencia es muy particular. Cada persona puede tener unas necesidades concretas a la hora de despertar su deseo, pudiendo estas necesidades variar a lo largo de su vida, por lo que no tiene por qué ser el mismo siempre y puede verse influido por diferentes factores.
Además, en nuestra vivencia particular, las personas podemos experimentar momentos o etapas variables en cuanto al deseo sexual, no siempre estando este al mismo nivel. Es parecido a nuestras apetencias: hay momentos en los que comenzamos a hacer algo que nos encanta y no lo dejamos de desear y repetir. Y otros, en los que esas ganas pasan un poco y cesamos esa actividad, o al menos, la llevamos a cabo con menos frecuencia.
Y así, hay momentos en los que tenemos un alto nivel de deseo sexual, y otros en los que este decrece un poco y se mantiene; o sigue bajando y luego vuelve a subir; o se establece en un nivel determinado, etc.
Las variables que influyen en estos cambios son diversas y personales. Lo que hay que saber es que es habitual que las personas no tengamos siempre el mismo deseo sexual, que es algo completamente natural. Y nos puede pasar estando en pareja o sin ella.
Hay personas más deseosas y personas menos deseosas, o depende del momento.
Tener o no deseo sexual, en un nivel más alto o más bajo, o en ningún nivel, no tiene por qué ser algo malo o bueno.
Las personas podemos sentirnos bien y tener una vida satisfecha experimentando el deseo sexual en cualquiera de sus niveles, o incluso sin tenerlo. Por ejemplo, cuando el deseo sexual está presente y se vive de manera positiva, tenemos motivación para buscar y sentir los estímulos que nos provocan placer, pues el placer nos aporta bienestar. Por otra parte, cuando este deseo disminuye o desaparece, y lo vivimos con comodidad, es estupendo, pero cuando eso nos hace experimentar algún tipo de ansiedad e incomodidad, quizás es momento de mirarlo con alguien profesional, sobre todo porque si lo dejamos estar, esta vivencia negativa puede ir a peor. La falta de deseo sexual sí supone un problema cuando lo vivimos como algo perjudicial.
La terapia sexológica trabaja todo lo relacionado con la sexualidad humana y sus fases, por lo que la vivencia negativa del deseo sexual y su necesidad de cambio se puede trabajar desde esta.
Generalmente, las personas que experimentan bajo deseo o falta de este, acuden con ciertos niveles de ansiedad, al vivenciarlo como una problemática en sus vidas y en su relación de pareja, en el caso de que la tengan.
Desde la terapia sexológica se miran las posibles causas remotas y, una vez identificadas, se analizan las necesidades de la persona y se realiza una propuesta de trabajo.
El deseo sexual está influenciado por muy diversos factores y se suele vivenciar de manera muy personal, por lo que el tratamiento de este es personalizado.
En definitiva, la falta de deseo sexual, o la vivencia baja de éste, no tiene por qué significar que hay una enfermedad, ni que esto sólo nos pasa a nosotros. Simplemente es algo que puede ocurrir. Lo que podemos hacer si estamos en esa tesitura, es reflexionar sobre si es una racha temporal, o si se está extendiendo demasiado en el tiempo y nos está provocando malestar.
Si consideras que te ocurre esto o una problemática similar puedes contactarnos, estaremos encantadas de resolver tus dudas y ayudarte. Ponte en contacto con nosotros.
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