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Tómate un momento para pensar y detectar qué es lo primero que te pasa por la cabeza cuando escuchas o lees la palabra suicidio.
Es probable que esta palabra nos traiga muchas cosas a la mente, entre ellas imágenes de gente joven, creencias sobre la relación con la enfermedad o trastorno mental e incluso valoraciones sobre dicha acción.
El suicidio es un fenómeno social que ha existido desde las más remotas sociedades. Es la conducta con la que se finaliza la vida de una manera consciente, es decir, la persona decide quitarse la vida.
A lo largo de la existencia humana, el suicidio ha pasado por varias concepciones. A nivel religioso ha sido penalizada, en algunas sociedades era o ha sido un motivo de vergüenza para los familiares y allegados de la persona que cometía suicidio, mientras que para otras culturas era una conducta digna, que ameritaba respeto y que mostraba valentía y sacrificio.
Como se puede observar, la concepción y valoración del suicidio ha sido muy diferenciada entre culturas.
Hoy en día hablar del suicidio es un tema tabú -como muchos otros- con una carga afectiva muy demarcada. Es una conducta que parece mejor no ver y un tema que se pasa mucho por alto, mientras que los índices aumentan a nivel mundial.
Para empezar el suicidio se encuentra inmerso en la conducta suicida, es decir, no se reduce al acto como tal. La conducta suicida incluye los pensamientos, ideación y planificación suicida, los intentos y evidentemente el acto consumado.
Cuando se habla de suicidio, parece que nos genera una barrera afectiva que nos separa del tema o sencillamente de profundizar en él, y en parte podríamos decir que es entendible. Por un lado, los supervivientes (personas allegadas o familiares de la persona que se ha suicidado) pueden observar y entender la situación como un abandono, es decir, “ha decidido quitarse la vida y me ha dejado aquí” o “no le importó como iba a quedar yo, no fui lo suficientemente bueno/a para que se quedara” … como estas frases son muchas las que pueden ser manifestadas por estas personas y que es entendible el sentimiento que expresan.
Sin embargo, la motivación de quien lleva a cabo el acto suicida no es el de dañar a los demás, es sencillamente acabar con un dolor que le supera, no se trata incluso de acabar con la vida, se trata de acabar con un malestar y que es esta vía la única que les ofrece esa solución.
Quisiera que en este momento imaginemos lo difícil que puede ser una situación para que nos supere de tal manera de que quitarnos la vida sea la solución más viable.
Aunque el suicidio es la primera causa de muerte no natural en personas jóvenes superando los accidentes de tráfico, las personas de tercera edad presentan también unos índices sumamente elevados de actos consumados y de menos intentos.
Es importante destacar ciertos mitos – que para mí son la base- que mantienen la escasa importancia que se le da a este tema:
Estos tres puntos en los que logro englobar las etapas vitales enfocan una necesidad de atención y alerta a las necesidades que tienen las personas en los distintos momentos.
Razones puede haber muchas, entre ellas, quiero destacar el miedo. Es natural, sentir miedo cuando nos dicen algo al respecto, podemos sentir miedo al abandono, podemos no saber cómo actuar o tener miedo a hacerlo mal, no tener las herramientas para ayudar a esa persona, miedo a que realmente esté hablando en serio y que ocurra y, sobre todo, miedo a la responsabilidad que implica el que te lo hayan dicho.
Esta puede ser una de las razones por las que actuamos de manera incrédula al respecto, y no le damos el valor o la importancia que tiene.
También es cierto que las personas que manifiestan pensamientos suicidas pueden que no utilicen explícitamente la palabra “ayuda” es por eso por lo que debemos escuchar de manera activa lo que nos dicen, situarlo dentro del contexto del mensaje y si nos queda dudas, sencillamente preguntar.
Busquemos hablar más, abrirnos más y pedir ayuda si la necesitamos. No se trata de ser cobarde o débil, se trata de cuidar nuestra salud mental.
Si leyendo este artículo te has sentido identificado/a de alguna manera, ya sea porque te lo hayan dicho, ya sea porque eres superviviente o porque hayas tenido o tengas pensamientos suicidas, escríbenos, todo el equipo de Terapiaencasa.es está aquí para ayudarte, busquemos soluciones juntos. Nuestro contacto: info@terapiaencasa.es o dale a contacto.
También recuerda que es importante que siempre busques ayuda en tu servicio de urgencia más cercano si existe un riesgo para ti o para alguna persona que conoces de tu entorno. Recordemos que lo importante siempre es que sigan adelante y que existen muchos medios que pueden ayudarte.
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