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Sabías qué… no es lo mismo ansiedad que estrés. Diferencia entre la ansiedad y el estrés.

Por Laura Castellano Genovés, Psicóloga y redactora de Terapiaencasa.es

El estrés y la Ansiedad son términos que actualmente se utilizan con mucha frecuencia e indistintamente, lo mismo que ocurre con la tristeza y la depresión.

También es cierto que la sintomatología que presentan es bastante similar, por tanto, es comprensible que se nos dificulte diferenciarlas, por este motivo es necesario conocer estas discrepancias, solo así lograremos ubicar no solo mejor nuestro malestar sino entender lo que nos ocurre, lo que nos mantiene sintiéndonos así, nos dará mayor sensación de control sobre el problema y por supuesto, herramientas para mejorar.

Para empezar, debemos conocer que día a día nos enfrentamos con infinitos estímulos que nos generan malestar en mayor o en menor medida. La percepción que tenemos y el resultado de la interacción con estos estímulos está mediado por factores tanto ambientales como personales. Entre los más importantes podemos destacar la percepción que tenemos nosotros mismos de hacerle frente y ganar, es decir, nuestra capacidad de responder a dicha situación o evento de manera favorable; nuestra habilidad para resolverlo y si tengo los recursos necesarios para poder hacerlo.

En este sentido se puede entender el estrés como un mecanismo acción que activa el organismo frente a estímulos que pueden superar los recursos de la persona o que ésta así lo perciba. Por otra parte, el estrés también puede entenderse como la sensación de que, en efecto, estos acontecimientos nos están superando y que, a su vez, genera una serie de síntomas displacenteros, tanto físicos como mentales.

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¿Cuál es la diferencia principal entre el Estrés y la Ansiedad?

El estrés permite que la persona haga una evaluación de la situación y comprenda las posibilidades que tiene de hacerle frente o si en efecto éste le supera. Por tanto, el estrés se divide en dos:

  1. Eustrés: El cual permite valorar una situación como una meta, contemplando los recursos disponibles (tanto internos como externos de la persona), la sensación de control, el autoconcepto y la confianza en nosotros de superar la eventualidad. Nos permite esforzarnos hasta conseguirlo, por tanto, no genera un malestar tan intenso.
  2. Distrés: Este tipo de estrés es el que genera mayor malestar y sucede cuando la valoración que hacemos de la situación es negativa y muy distante a nuestras posibilidades de resolverlo, por ende, el distrés puede interferir de forma negativa en nuestra vida.

Encontramos entonces, que el estrés por un lado nos permite movilizarnos y superarnos y por otro, todo lo contrario, nos hace sentir mucho malestar, nos afecta en nuestra autoestima y nos agota física y mentalmente. En ambos casos, se presenta en el organismo un cambio, es decir, se manifiesta en la persona la misma sintomatología, lo que difiere es la intensidad y la valoración de amenaza que hacemos de las situaciones.

En cuanto a las diferencias con respecto a la ansiedad, cuando hay estrés, la persona conoce los estímulos que considera que le superan y les generan malestar, en mayor medida estos estímulos son externos a la persona y pueden ser acontecimientos vitales; que una vez se superan, la sensación de estrés también desaparece. Un ejemplo de ello podría ser, exámenes, situaciones laborales, discusiones familiares, problemas financieros, etc.

En cambio, cuando hay ansiedad, no hay un estímulo como tal que sea amenazante, sino que la valoración que hacemos de la gran mayoría de las situaciones que vivimos es negativa o de esta misma índole. Es decir, la ansiedad es un sentimiento de miedo, es una preocupación constante de que algo malo puede ocurrir, sin tener pruebas de ello, sin que sea una amenaza real o verdadera.

Por tanto, las personas que tienen ansiedad suelen tener un nivel de activación muy elevado constantemente, porque consideran que “eso” amenazante puede llegar en cualquier momento y deben estar preparados.

De forma resumida, el estrés surge cuando hay un estímulo concreto al cual valoramos como amenazante, es decir, sabemos qué es y una vez que lo superamos, desaparece el estrés. Mientras que, en la ansiedad, no hay algo concreto o específico que genere en la persona la reacción fisiológica ni cognitiva del miedo, así mismo, la preocupación puede ir dirigida a cualquier cosa y aunque superemos una posible eventualidad que nos ocasione estas sensaciones, nuestra preocupación se dirigirá a otros elementos o sencillamente persistirá.

Es importante destacar que la ansiedad se puede presentar como rasgo de personalidad o como trastorno, en todo caso, debemos dirigirnos a un profesional de la salud mental que pueda hacer una evaluación de manera correcta y que nos ofrezca las herramientas que necesitamos.

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Del mismo modo, es importante que conozcas que en el estrés el organismo atraviesa tres fases.

Las cuales te explico a continuación:

  1. Activación, es la que permite que fisiológica y psíquicamente nos preparemos para enfrentarnos o escapar de la situación demandante. Esta fase nos permite hacer una evaluación de nuestros recursos y ponerlos en marcha.
  2. Mantenimiento, si no hemos podido superar el evento durante la primera fase, el organismo genera un impulso que nos permite mantenernos en modo activo para continuar frente el estímulo hasta lograr superarlo.
  3. Agotamiento, es la última fase y llegamos a ella cuando nos hemos quedado sin mayores recursos. Sucede cuando como su nombre indica, hemos agotado todas nuestras posibilidades y percibimos que nos ha por fin superado.

No existe un tiempo en específico para pasar a esta última fase, ya que en la fase de mantenimiento se puede durar días, semanas, meses e incluso años, todo dependerá de la evaluación que hagamos del problema. Es necesario destacar que es en esta fase donde se desarrollan y manifiestan problemas de salud muy importantes, como son problemas cardiovasculares, gástricos, infecciosos, etc. del mismo modo, a nivel mental también genera gran cantidad de dificultades como el desarrollo de trastornos de tipo afectivos, adaptativos, entre otros.

Si consideras que eres una persona que sueles hacer valoraciones negativas o amenazantes de tu entorno o sencillamente te has identificado con este artículo, puede que tus estrategias de afrontamiento no sean las adecuadas, que la evaluación que hagas sea incompleta o que no hemos desarrollado las suficientes habilidades para hacerle frente a las vicisitudes. No dudes en contactar con nosotros a través de info@terapiaencasa.es o dale a contacto (recuerda la primera sesión es gratuita) donde cualquiera de nuestros profesionales te dará la ayuda y el apoyo que necesitas.

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Si quieres leer más artículos de nuestro blog. Te recomendamos los artículos «¿Tengo un tic u otra cosa?» y «Viviendo en la era de las TICS».

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